Una alianza que parece inevitable para la industria cuprífera: "Chile tiene la infraestructura y Argentina los proyectos"

Aunque el país trasandino mantiene su lugar como principal productor de cobre del mundo, hoy los proyectos más prometedores como El Pachón, Josemaría, Los Azules, MARA y Taca Taca, se encuentran de este lado de la cordillera.

Argentina19/05/2025Salta MiningSalta Mining
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Las expectativas por el cobre argentino

En 2024, Chile volvió a reafirmar su lugar como líder indiscutido en la minería mundial, al superar por primera vez los USD 100.000 millones en exportaciones totales, con la minería aportando casi la mitad: USD 48.000 millones. Este desempeño no solo refleja el peso de la minería en la economía chilena, sino que también contrasta con la realidad argentina, cuyas exportaciones mineras totales son diez veces menores. Sin embargo, el futuro del cobre en Sudamérica podría estar en proceso de rediseño, con proyectos clave del lado argentino que, paradójicamente, podrían despegar gracias al impulso chileno.

Aunque Chile mantiene su lugar como principal productor de cobre del mundo, con cerca de cinco millones de toneladas anuales, hoy los proyectos más prometedores del “mineral crítico” por excelencia para la transición energética —como El Pachón, Josemaría, Los Azules, MARA y Taca Taca— se encuentran en Argentina. Estos cinco proyectos podrían posicionar a Argentina como responsable del 21% de la producción sudamericana de cobre.

No obstante, existe una problemática clave: la falta de infraestructura en Argentina limita seriamente su capacidad de respuesta ante aumentos del precio internacional del cobre. A pesar de tener una ley media de mineral del 0,5% —un 25% superior a la chilena—, el país carece de los medios técnicos y logísticos para transformar su riqueza geológica en producción efectiva.

Las limitaciones no son geológicas, sino estructurales”, afirman los especialistas. En ese sentido, resaltó que Argentina aún no cuenta con caminos, redes eléctricas, mineroductos ni puertos operativos suficientes. La comparación con Chile es inevitable: el país vecino ha orientado durante décadas su inversión en infraestructura precisamente hacia el sector minero.

Frente a esta brecha, emerge una alternativa estratégica: la integración regional con Chile como socio clave. Muchos de los grandes yacimientos argentinos se ubican a pocos kilómetros de la Región de Atacama, donde ya existen puertos, plantas desalinizadoras, líneas de alta tensión y rutas consolidadas. Aprovechar esa infraestructura —compartiendo mineroductos, accediendo a agua tratada y usando plantas de procesamiento del lado chileno— podría reducir sustancialmente los costos de inversión y acelerar la puesta en marcha de los proyectos.

El marco legal para esa integración ya existe: se trata del Tratado Binacional Minero firmado en 1999, aún vigente, que habilita el desarrollo conjunto de emprendimientos a lo largo de los más de 5.300 kilómetros de frontera entre ambos países. Este tratado fue destacado recientemente por autoridades de ambos gobiernos en un encuentro binacional en Santiago, donde se analizaron proyectos concretos que podrían beneficiarse de esta sinergia.

“Hoy, los fondos internacionales miran con cautela a Argentina. No por falta de recursos, sino por las dificultades técnicas para hacerlos rentables. Chile tiene la infraestructura, y Argentina los proyectos. La alianza es natural”, subrayó Cordero.

De este modo, Chile no solo es el principal productor de cobre, sino también un actor estratégico clave para destrabar el potencial argentino. Más allá de la competencia por mercados y capitales, el futuro del cobre en la región parece depender cada vez más de la cooperación. La integración minera entre Chile y Argentina no es una utopía: es una necesidad geopolítica y económica que podría redefinir el mapa global de los “minerales críticos” en plena transición energética.

Para que ese escenario se concrete, Argentina deberá avanzar en una planificación estratégica que contemple infraestructura, logística, cultura minera y acuerdos con sus comunidades. Pero sobre todo, deberá asumir que el camino hacia el cobre también pasa por Chile.

Con datos Infabae / GEM Mining Consulting

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