
Empresarios reclaman más controles tras choque de un camión minero en la ciudad
Un incidente vial en la madrugada de hoy reabrió el debate sobre la necesidad de controles mucho más rigurosos para los choferes que operan en el sector minero.
Hoy, tras el freno en la actividad minera, Emilia quiere volver y seguir creciendo profesionalmente. En una entrevista con Salta Mining habla sobre desafíos, seguridad y el futuro del sector.
Salta09/05/2025 Por Martín RodríguezEmilia Maraz es Técnica Universitaria en Perforaciones, formada en la Universidad Nacional de Salta, sede Tartagal. Actualmente continúa su formación como estudiante de Ingeniería en Perforaciones. A lo largo de su carrera, ha trabajado en importantes proyectos mineros de la Puna salteña, como Pastos Grandes–Pozuelos (Ganfeng Lithium) y Cauchari (Minera Exar), desempeñándose con equipos diamantina y rotary-top drive. Con experiencia en la operación de lodo, control de parámetros y trabajo en equipo en entornos desafiantes, Emilia es una voz clave para comprender el rol técnico y humano dentro del campo de la perforación minera.
En sus 35 años ha trabajado en distintos tipos de perforación, liderando tareas críticas en campo y tiene una clara vocación por la seguridad, el aprendizaje y el trabajo en equipo. En un contexto de menor actividad en el sector, hoy busca reinsertarse profesionalmente. En una entrevista realizada por Salta Mining, Emilia comparte su recorrido, los desafíos de trabajar en un ambiente hostil y mayoritariamente masculino, cómo enfrenta los turnos rotativos (rosters), y por qué cree que la capacitación y la perseverancia son claves para crecer en la industria minera.
También deja un mensaje potente para los jóvenes que se están formando: "La suma de las partes es el todo".
Emilia, un gusto tenerte acá en Salta Mining para esta charla.
Buenas tardes. Primero, quiero agradecerles por la oportunidad de contar un poco sobre mi trayectoria. Ojalá que, al ver esto, alguien pueda sentirse identificado o empatizar con mi historia.
Antes de hablar de tu trabajo como perforista, me gustaría que nos cuentes un poco sobre vos: ¿dónde naciste?, ¿cómo fue tu infancia?
Como mencionaste hace un rato, soy del norte de la provincia de Salta, de Tartagal. Nací allá y me crié en Salta Capital con mi papá y mis hermanos. Pasé prácticamente toda mi adolescencia en la capital, donde estudié en el Colegio Dr. Miguel Araoz, en Barrio Intersindical. Al recordar mi trayectoria, vuelven muchos recuerdos. Soy del norte, y en su momento me tocó volver, fue entonces cuando elegí la carrera de Tecnicatura en Perforación. Por decisiones de la vida, allá vive mi madre y mi familia materna, y fue el punto de partida de este largo camino hasta hoy.
¿Y actualmente dónde estás viviendo?
Actualmente estoy en Salta Capital, aunque viajo constantemente. Vivo entre Salta y Tartagal. Si hago cuentas, he vivido la mitad de mi vida en Tartagal y la otra mitad en Capital.
Emilia, contanos qué edad tenés, qué estás haciendo actualmente, por qué decidiste entrar al mundo minero y hace cuánto.
Tengo 35 años y actualmente estoy en búsqueda de un trabajo formal. Estuve en un proyecto con la empresa Ganfeng, pero finalizó junto con el contrato de la contratista, así que ahora me encuentro buscando nuevas oportunidades. Siempre hay algo para hacer, uno nunca se queda quieta, ¿no?
Todo empezó cuando volví a Tartagal y comencé a indagar. Vengo de un colegio donde me recibí con orientación en Ciencias Naturales y Medioambiente, y al ver las materias de la Tecnicatura me llamó mucho la atención. Siempre me gustó la matemática, aunque me costara, y decidí emprender este camino. Empecé a dar clases, soy profesora de matemática en educación secundaria, y la Tecnicatura me permitió también enseñar físico-química en un colegio para adultos.
Estuve muy involucrada en la educación hasta que se presentó la oportunidad de entrar en el mundo minero, que era una de mis metas. Fue difícil dejar la docencia, porque ver cómo progresan los alumnos es una gran satisfacción. Pero se dio una oportunidad laboral en minería, a pesar de no tener experiencia previa. Estaba capacitada, y eso me permitió ingresar.
Mi primera experiencia fue en el proyecto Cauchari con la minera Exar, donde trabajamos con equipos Rotary y Top Drive, que tienen diámetros y volúmenes de trabajo mayores en comparación con la perforación diamantina. Mi último trabajo fue justamente con diamantina, una técnica muy interesante, aunque distinta por sus características técnicas.
Trabajaste en proyectos muy importantes en la Puna, como el Proyecto Pozuelos de Ganfeng y el Proyecto Cauchari de Exar. ¿Qué enseñanza te dejaron? ¿Qué aportaron a tu experiencia laboral?
La Tecnicatura Universitaria en Perforaciones brinda una base muy sólida. Sin embargo, el campo es otro mundo. La formación te prepara para construir sobre esa base, y eso fue lo que hice. En mi caso, llevábamos el control operativo, de herramientas y de profundidades. Yo me encargaba del control de parámetros de lodo, como el control de sólidos. Estábamos desde el inicio del DTM (Desmovilización, Transporte y Montaje), llevando el convoy y montando el equipo en la locación. Instalábamos los circuitos de lodo, fundamentales para la perforación, y yo controlaba sus propiedades desde el comienzo hasta el final del pozo.
Además del aprendizaje técnico y humano, destaco la importancia del trabajo en equipo. A veces hay tensiones por los rangos, pero el trabajo en equipo es clave: desde el área de Higiene y Seguridad, los maquinistas, hasta quienes intervienen en el inicio y finalización del pozo. Todo es trabajo colaborativo.
Quienes conocen La Puna saben que es un entorno difícil. Viajar y adaptarse ya es un desafío, me imagino trabajar ahí… Contanos tu experiencia, con temperaturas bajo cero y altura extrema.
Cuando me llamaron por primera vez, me avisaron que iba a trabajar en campamentos, y que ya había divisiones entre sectores para mujeres y varones, lo cual brinda seguridad. Siempre estuve cuidada, pero debo decir que a mí me gustaba compartir con mis compañeros, incluso almorzar con ellos al lado de la máquina, con la vianda, en lugar de ir al comedor.
A veces había un solo baño para mujeres y otro para varones, pero siendo mayoría masculina, era común que entraran al baño de mujeres. Ellos están aprendiendo, y es importante que comprendan que no se trata de un privilegio para nosotras, sino de una necesidad tener un baño propio, aunque seamos pocas.
La minería fue pensada históricamente para hombres, pero hoy las mujeres estamos ganando espacio. Hay que ser fuertes, entender que no es solo un trabajo, y saber separar lo personal de lo laboral. Para mí fue una experiencia maravillosa. Amo el campo y volvería sin dudarlo. Estoy esperando esa oportunidad.
María Emilia, contanos cómo es el día a día de un perforista. El campo es tu lugar de trabajo, no una oficina...
Las locaciones suelen estar lejos del campamento. A veces, tenemos que salir con una o una hora y media de anticipación. Si el turno empieza a las 7, el desayuno se sirve a las 6, y hay que levantarse a las 5 o 5:30 para prepararse. El trayecto puede ser con lluvia, nieve o frío extremo. He hecho turnos de noche, y hace muchísimo frío. Uno se pone varias capas de ropa térmica, mameluco y se abriga todo lo posible. Al llegar, desayunamos o merendamos según el turno, y vamos a las plataformas. Allí, el área de HyS se encarga de emitir los permisos de trabajo. Una vez autorizados, comenzamos.
Durante el turno, controlamos la profundidad, preparamos el lodo, traemos aditivos, y dejamos todo listo para el siguiente turno. Se realiza el parte diario y se conversa con el perforista. El trabajo en equipo es fundamental. Siempre buscamos optimizar tiempos, reducir costos y, sobre todo, trabajar de forma segura, sin accidentes.
Ahí la capacitación en seguridad es fundamental, porque es un trabajo muy riesgoso...
Sí, la verdad que sí. A veces un detalle tan simple como cambiar la cinta de color que corresponde al mes puede marcar la diferencia. Si ocurre un accidente —un corte, un golpe con una herramienta o con una llave cadena— muchas veces es por esos detalles. Por eso siempre hay que estar muy atentos y generar nuestra propia seguridad. Yo, por ejemplo, controlo qué barra corresponde a qué profundidad, cuál sigue, qué trepa se va a usar, cómo se va a poner o sacar. Si veo a un compañero en una mala posición para hacer un movimiento, le aviso.
Tenemos un hábito entre nosotros: el silbido. Algunos que no han trabajado conmigo quizás lo ven raro al principio, pero en medio del ruido de la máquina, si no me ven ni me escuchan, un silbido fuerte hace que se den vuelta y les hago señas para que se corran o se acerquen. La seguridad de uno y del otro es lo primero, además de cumplir con los requisitos que nos pide la empresa.
¿El roster te complicó o no? ¿Cómo manejaste estar lejos de tu familia o amigos?
Entre todos nos apoyamos mucho. Al principio, con mi primer trabajo, tenía un roster 10x10; después pasé a uno 14x14. Pero hubo momentos en que estuve 20x5. ¿Por qué? Porque si faltaba un compañero, si alguien llegaba tarde o había algún inconveniente en el cambio de turno, yo me ofrecía a quedarme.
Cuando se está en medio de una operación que uno quiere ver terminada, me quedaba sin problema. Pero siempre pedía que no me cambiaran el roster, porque ya estaba acostumbrada a mi grupo de trabajo. A veces bajaba 5 días, descansaba y volvía a subir. Tiene que ver con la predisposición de uno, con las ganas de aprender y aprovechar cada momento.
Veo que sos todoterreno. También se nota la pasión que tenés por tu trabajo.
Sí, la verdad que sí. A mí me encanta trabajar. Siempre estoy pendiente de todo. Hasta he hecho soldadura. Agradezco las oportunidades que me dieron. A veces hacés un simple cordón de soldadura y alguien te dice: "¡Qué bien soldás!" Y ese reconocimiento, aunque sea pequeño, es muy gratificante.
También me dijiste que estás buscando trabajo. ¿Qué objetivos tenés? ¿Querés seguir creciendo en minería?
Sí, me sigo capacitando constantemente, estoy haciendo cursos. Me gustaría ingresar a una empresa y crecer ahí, profesionalmente, junto con ellos. Ser parte de algo, poder demostrar todo lo que sé, y aprender también de otros. Me gustaría enseñar a los chicos que recién empiezan, poder aportar y seguir mejorando. Siempre con la mirada puesta en seguir creciendo.
Desde tu experiencia en campo, ¿cómo ves el desarrollo actual de la minería en Salta? Hubo una pausa importante, pero ahora se habla de una reactivación... ¿Lo ves posible?
Sí, yo estuve en contacto con varios colegas y somos muchos los que estamos sin empleo formal. Siempre nos la rebuscamos con algo, pero sí, se nota el parate. Sobre todo en limpieza, porque es una fase de exploración. Ya estamos entrando en una fase de producción, sobre todo en litio. Y ahora el boom parece estar en lo metalífero.
Agradezco haber podido trabajar en Perforaciones Iglesianas, que hacía diamantina. Eso me dio la oportunidad de aprender mucho, y me da un plus porque las diamantinas también se usan en minería metalífera. Así que tengo ese conocimiento.
Ojalá se reactive todo pronto. Mientras tanto, sigo capacitándome. Como te dije, también sé soldar, soy soldadora básica. No es lo mismo que una soldadora de alta, pero me gustaría seguir formándome también por ese lado.
¿Qué mensaje le darías a los jóvenes que se están preparando para entrar a este mundo de la minería?
Siempre les digo que se capaciten lo más que puedan y que apunten a un objetivo. Y que sepan que ese objetivo puede tener varios caminos. Yo tengo una frase en mi perfil de LinkedIn: “La suma de las partes es el todo.” Cada camino que tomes hacia ese objetivo te va a enseñar algo, y todo lo que aprendas en ese recorrido te va a servir.
Hay que aprender a explotar lo que uno sabe, estudiar, tener perseverancia y resiliencia. Porque siempre van a haber obstáculos, ya sea trabajando, estudiando o simplemente viviendo. Y ahí es donde entra en juego la fortaleza interior.
Te agradezco mucho la entrevista. Personalmente me gusta ver que cada vez más mujeres se involucran en este sector.
Sí, totalmente. Hace poco participé de un curso en Salta que se llamaba "Minería para Chicas". Fue una lluvia de aliento. Somos muchas las que queremos seguir trabajando, capacitándonos, y entre mujeres también nos apoyamos. Porque sabemos por lo que pasamos y conocemos esa sensibilidad.
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