Trámites eternos y obstáculos innecesarios: la burocracia que aún frena a la minería en Argentina

Si bien hubo avances recientes, la agilización real del sector depende de una implementación eficaz y una articulación ágil entre Nación, provincias y municipios. Dictan una nueva normativa para agilizar el proceso.

Argentina08/07/2025Salta MiningSalta Mining
litio
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La minería argentina arrastra desde hace años un pesado lastre burocrático que limita su potencial. En un contexto de demanda internacional creciente de litio, cobre y otros minerales estratégicos, las empresas se enfrentan no solo a desafíos técnicos y financieros, sino también a un laberinto administrativo que muchas veces pone en pausa inversiones millonarias.

Uno de los mayores escollos ha sido, históricamente, el acceso al régimen de estabilidad fiscal, una herramienta clave para brindar previsibilidad a largo plazo. Hasta ahora, obtener esta certificación implicaba validar ante la Secretaría de Minería la carga tributaria total del proyecto, una tarea titánica que debía contemplar los impuestos de tres niveles de gobierno: Nación, provincias y municipios. Un proceso lento, opaco y poco amigable para quienes necesitan certezas para invertir.

A este obstáculo se sumaban los requisitos duplicados en la entrega de información geológica, lo que se presentaba ante la Secretaría debía también enviarse por separado al Banco Nacional de Información Geológica. Una lógica redundante que no solo recargaba de tareas al inversor, sino que además generaba ineficiencias en la sistematización de datos estratégicos para el país.

En paralelo, la falta de mecanismos eficientes de control y verificación de las inversiones reales ejecutadas en los proyectos inscriptos abría la puerta a inconsistencias. No había una herramienta clara y obligatoria para garantizar que lo declarado coincidiera con lo efectivamente invertido en campo.

Este panorama generaba frustración tanto en las empresas como en los gobiernos provinciales, que veían cómo proyectos claves quedaban trabados en trámites que se demoraban meses o incluso años. En un sector en el que el tiempo lo es todo, la burocracia argentina se transformó muchas veces en una barrera más compleja que la propia geología.

Frente a este escenario, la reciente entrada en vigencia del Decreto 449/2025 marca un punto de inflexión. Las modificaciones introducidas apuntan a descomprimir algunos de estos cuellos de botella. Por ejemplo, ahora la estabilidad fiscal se activa automáticamente con la presentación del estudio de factibilidad, sin necesidad de validar previamente la carga tributaria. La responsabilidad de conseguir esa información pasa al Estado, y el beneficio entra en vigencia de inmediato. Esto significa menor incertidumbre para el inversor y mayor agilidad para los proyectos.

También se estableció una nueva exigencia de transparencia. Los proyectos deberán presentar una declaración jurada anual detallando las inversiones realizadas, acompañada por un informe técnico de un profesional independiente. Una medida que, bien aplicada, puede contribuir a la credibilidad y a una fiscalización más eficiente, sin ahogar con burocracia innecesaria.

Por último, el decreto centraliza la administración de la información geológica en el SEGEMAR, evitando duplicaciones y modernizando el flujo de datos técnicos. Este cambio no es menor: un sistema geológico confiable y actualizado es la base para atraer inversiones serias y planificar políticas mineras a largo plazo.

En definitiva, los cambios normativos parecen dirigirse en la dirección correcta, pero ahora el desafío es la implementación. Si los nuevos procedimientos no se traducen en oficinas más ágiles, decisiones más rápidas y menos papelerío, el sector seguirá navegando en el mismo pantano burocrático. El impulso normativo está, pero como siempre, la diferencia la hará la gestión.

El Gobierno nacional, a través del Decreto 449/2025, dio el puntapié para desburocratizar la minería. Al menos en la teoría simplificó el régimen fiscal, fortaleció los controles de inversión y reorganizó la gestión de la información geológica. El reto ahora es transformar estos avances en resultados concretos sobre el terreno.

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