
La provincia puso en marcha el taller de inicio del Programa de Integración Territorial y Desarrollo Sostenible, que proyecta rutas, obras de agua y tecnología clave para el Eje Capricornio.
El avance simultáneo de proyectos como Posco, Mariana, Eramine y Rincón, y la llegada de alianzas estratégicas como la de Ganfeng y Lithium Argentina, la provincia se posiciona para liderar el mercado global en menos de cuatro años.
Salta12/08/2025 Por Martín RodríguezEn el tablero global de la energía del futuro, el litio es una de las ficha más codiciada. Y Salta, que hasta hace una década aparecía como un jugador de segunda línea, hoy está a un paso de meterse en la mesa chica de los grandes productores mundiales. El potencial no es una promesa vacía. Si se cumplen los plazos y volúmenes anunciados, la provincia podría estar exportando, en menos de cuatro años, el equivalente a más de 250.000 toneladas anuales de carbonato de litio equivalente (LCE), cifra que la colocaría entre las principales potencias del sector.
La ecuación combina tres factores decisivos: inversiones de magnitud, tecnología de última generación y una política provincial que apunta a lograr tejer puentes con los grandes jugadores globales sin perder de vista el control sobre sus recursos. El mapa se dibuja con nombres concretos: Posco, Ganfeng, Eramine y Rio Tinto llevan adelante desarrollos de escala industrial, mientras alianzas estratégicas como la de Ganfeng-Lithium Argentina agregan músculo financiero y know-how.
El gigante surcoreano Posco es un caso paradigmático de perseverancia. Llegó a Salta hace más de una década, en momentos en que el litio aún no figuraba en las portadas de los diarios, y apostó fuerte por el Salar del Hombre Muerto. Su planta de producción ya está en marcha y proyecta incrementos sostenidos de capacidad, con una estrategia que incluye etapas modulares de expansión. En el mediano plazo, Posco apunta a aportar un porcentaje significativo del volumen total de LCE que Salta podría colocar en el mercado global.
Mariana Lithium, operado por Ganfeng, representa la llegada directa de capital y tecnología china a los salares de Salta. Su desarrollo se apoya en métodos híbridos: la evaporación solar, que aprovecha la radiación intensa y clima seco de la Puna, y la extracción directa de litio (DLE), una tecnología que promete revolucionar el sector al reducir drásticamente el consumo de agua y acortar los tiempos de procesamiento. La combinación no es menor en un contexto donde la licencia social y el impacto ambiental son determinantes, ganar eficiencia y minimizar huella hídrica se convierte en un diferencial competitivo clave.
Eramine Sudamérica, filial del grupo francés Eramet, ya dio el salto a la producción en 2024 y se convirtió en la primera planta industrial de litio en operar con un esquema integral de DLE en el país. Su modelo de extracción, transporte y procesamiento marca un estándar que otros proyectos están mirando con atención. El valor agregado radica en que Eramine no sólo produce, sino que impulsa un esquema de cadena de valor que incluye infraestructura logística y vínculos con proveedores locales, un punto fundamental si se pretende que el boom del litio derrame en desarrollo regional.
El proyecto Rincón de la empresa Rio Tinto, por US$ 2.700 millones, fue el primero de litio en ingresar al RIGI. El emprendimiento del gigante anglo-australiano, ya aprobado, está enmarcado en la categoría de “Proyectos de Exportación Estratégica de Largo Plazo” (PEELP), al superar los US$ 1.000 millones. Prevê la construcción de una planta piloto y dos plantas de carbonato de litio.
En febrero, la empresa había presentado ante el Gobierno nacional el pedido de ingreso al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) para su Proyecto de Exportación Estratégica de Litio, ubicado en el Salar del Rincón. Esta iniciativa contempla una inversión proyectada de US$ 2.700 millones.
El plan incluye la construcción de una planta de gran escala que permitirá alcanzar una capacidad total de producción de 60.000 toneladas anuales de carbonato de litio. De ese volumen, 3.000 toneladas corresponden a la planta inicial, en funcionamiento desde noviembre de 2024, mientras que las 57.000 toneladas restantes se obtendrán en una planta de expansión cuya construcción, según lo previsto, comenzaría esta segunda mitad del año, una vez obtenidos los permisos necesarios.
A estos tres grandes, ahora se suma una jugada estratégica que puede acelerar el salto de escala. La joint venture entre Ganfeng Lithium y Lithium Argentina para el desarrollo integrado de la cuenca salina de Pozuelos y Pastos Grandes. La iniciativa prevé una inversión total estimada en más de USD 2.000 millones, con un plan en tres fases y un objetivo final de hasta 150.000 toneladas anuales de LCE.
Además del músculo financiero, este proyecto tiene otro componente clave: la tecnología. La combinación de evaporación solar y DLE apunta a lograr una producción eficiente, sustentable y competitiva, con tiempos más cortos y menor impacto ambiental. Actualmente, Ganfeng y Lithium Argentina ya trabajan en una planta piloto de 5.000 toneladas por año en Cauchari-Olaroz, experiencia que será la base para escalar el modelo en Salta.
La sociedad Ganfeng-Lithium Argentina prevé solicitar en el primer semestre de 2026 su inclusión en el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), aprobado en 2024. Este régimen ofrece beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios, además de estabilidad legal por 30 años para proyectos de más de USD 200 millones. Para un sector de capital intensivo y ciclos largos como la minería de litio, esta previsibilidad es oro puro.
El RIGI no es sólo un incentivo para quienes ya están en carrera; también es una señal al mundo de que Argentina, y en particular Salta, están dispuestas a competir con las grandes plazas productoras como Australia, Chile o China en condiciones claras y sostenibles.
Con la conjunción de Posco, Mariana y Eramine, más la proyección de la nueva alianza Ganfeng-Lithium Argentina, Salta podría consolidar en menos de un lustro una cadena de suministro global y escalable, posicionándose como un proveedor clave en la transición energética. Aquí está la clave, ya que no se trata sólo de extraer y exportar, sino de integrarse a la economía del litio con una visión de largo plazo, que incluya industrialización local, transferencia tecnológica y desarrollo de proveedores regionales.
La electromovilidad, el almacenamiento de energía renovable y la transformación digital dependen cada vez más de este mineral. Y, por primera vez en mucho tiempo, Salta no está corriendo detrás de la ola: está en la cresta, con capacidad de decidir cómo y hacia dónde surfearla.
El reto, claro, es múltiple: garantizar que la expansión no se traduzca en conflictos sociales o ambientales; que la infraestructura acompañe el ritmo productivo; que la formación de mano de obra especializada sea una prioridad; y que las ganancias de este boom no se evaporen en las estadísticas de exportación, sino que se traduzcan en desarrollo genuino para las comunidades de la Puna y el resto de la provincia.
En un mercado donde la demanda global de litio podría triplicarse para 2030, Salta tiene una oportunidad histórica que no se repetirá. Las condiciones técnicas, financieras y políticas están sobre la mesa. Los próximos tres años serán decisivos para saber si la provincia se convierte en potencia mundial o si queda como un actor secundario en una historia que pudo protagonizar.
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