Entre la Casa Blanca y Casa Rosada: Ejecutivos de Río Tinto se reunieron con Trump y Milei

La histórica minera se coloca como actor central en la agenda de líderes mundiales, impulsando inversiones millonarias y garantizando el suministro de minerales críticos para la tecnología y la transición energética.

Opinión22/08/2025 Por Martín Rodríguez
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Es indudable que la minería sigue ocupando un lugar central en la agenda de los líderes mundiales. En menos de una semana, la compañía Río Tinto —una de las mayores productoras de minerales críticos del planeta— logró sentarse en dos de los escritorios más atractivos para el sector en la actualidad: el del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el del mandatario argentino, Javier Milei. No es un gesto menor: se trata de una señal contundente sobre la relevancia estratégica de los recursos minerales y el papel de Río Tinto como actor clave en la transición energética y la seguridad de suministro.

En Washington, el CEO saliente Jakob Stausholm y su sucesor Simon Trott, junto al presidente de BHP, Mike Henry, fueron recibidos por Trump y por el secretario del Interior, Doug Burgum. El encuentro giró en torno al aporte de Río Tinto a la producción de cobre y minerales críticos en Estados Unidos, con foco en el megaproyecto Resolution Copper en Arizona. Este emprendimiento, en sociedad con BHP, promete convertirse en una fuente doméstica de cobre durante décadas, un insumo vital tanto para la electromovilidad como para la infraestructura tecnológica del país. Con más de 150 años de historia en territorio norteamericano, Río Tinto no solo produce cobre, sino también litio, aluminio reciclado, telurio, oro, plata, molibdeno y boratos, todos esenciales en la vida cotidiana y en el futuro de la economía global.

Casi en simultáneo, la agenda minera se replicó en Buenos Aires. El presidente Javier Milei recibió en Casa Rosada a la misma cúpula de Río Tinto. La minera, que ya consiguió ser la primera en obtener la aprobación de su proyecto bajo el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), anunció una inversión de 2.700 millones de dólares para construir una planta de litio en Salta. A esto se suma la expectativa de avanzar en el proyecto Sal de Vida, en Catamarca, que también fue presentado al RIGI por 638 millones de dólares. En ambos casos, se trata de apuestas de largo plazo que refuerzan la visión del Gobierno argentino: convertir a la minería en uno de los motores del desarrollo económico y en la gran carta de atracción de capitales internacionales.

Las dos reuniones, con Trump y con Milei, reflejan el mismo telón de fondo: el mundo está en plena carrera por asegurar los minerales críticos que definirán el futuro de la energía, la movilidad y la tecnología. Río Tinto, con su escala global, aparece como un puente entre potencias establecidas y países emergentes con potencial geológico. Estados Unidos busca autonomía en el suministro para reducir su dependencia de China, mientras que Argentina apuesta a consolidarse como un jugador central en el litio y cobre, en un escenario de reformas estructurales que buscan dar certidumbre a los inversores.

En este cruce geopolítico y económico, Río Tinto se coloca en una posición privilegiada: la de interlocutor natural de gobiernos que necesitan garantizar su futuro energético y productivo. Que la compañía logre sentar en la misma semana a dos presidentes tan distintos como Donald Trump y Javier Milei habla, sin necesidad de subrayarlo, del peso de sus decisiones y del alcance de sus proyectos. La minería, más que nunca, se lee en clave de poder global.

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