“La Pachamama nos baja a la tierra, nos hace ser humildes y conscientes de que sin ella no hay nada: ni minerales, ni trabajo, ni vida”

Entre ofrendas, rituales y agradecimientos, Vilma Vacazur, empresaria del transporte minero, contó cómo esta tradición conecta el trabajo, la salud y la vida con la tierra que todo lo da.

Salta02/08/2025Salta MiningSalta Mining
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Vilma Vacazur, empresaria y proveedora de la industria minera, habló con Salta Mining sobre el significado profundo de la Pachamama y la importancia de mantener viva esta costumbre ancestral. Entre ofrendas, rituales y agradecimientos, contó cómo esta tradición conecta el trabajo, la salud y la vida con la tierra que todo lo da. 

Vilma, ¿qué significa para celebrar la Pachamama?

Es una costumbre ancestral, pero sobre todo es un agradecimiento a la tierra. Es un ritual que se siente, que se hace con alegría, con comida y con bebida… es como agasajar a alguien que siempre está con nosotros. Para mí, cada primero de agosto es un momento íntimo y a la vez comunitario. Desde Nuevo Bus agradecemos la salud, el trabajo y que podamos prosperar junto a la comunidad.

¿Qué sentís cuando llega esa fecha?

Una mezcla de emociones. Desde chica la Pachamama me toca profundo. Yo nací en San Antonio de los Cobres y de niña, a causa de una enfermedad, no podía ni respirar allí. Por eso me tuve que mudar junto a mi familia a Salta Capital. Entonces, cada vez que hago la ofrenda, agradezco principalmente la salud. Para mí fue como tener una segunda oportunidad de vida. Después pido por la protección, que no me pase nada y que no nos pase nada a todos los que trabajamos en la minería.

¿Cómo es ese ritual en tu empresa?

Nos juntamos todos: empleados, dueños, proveedores. Participamos todos porque sentimos que es algo que nos une. Nos vamos turnando para ser maestros de ceremonia. A veces lo hacemos en el retorno de algún viaje, en lugares como el Alto Muñano. Este año vamos a llevar a los carnavaleros de la Puna hasta Olacapato y ahí, en el regreso, hacemos la ofrenda. Es íntimo, pero a la vez compartido.

¿Qué cosas no pueden faltar en la ofrenda?

El piri es fundamental. Es un alimento a base de maíz y grasa que se prepara el primero de agosto y con él se esparce harina durante la celebración. Tiene el color dorado del oro. El anfitrión o el dueño de casa, dice: “Te entrego esto para agradecer, para que venga la prosperidad”. El piri representa eso, la abundancia. 

También está la tijtincha, que es una comida ancestral hecha con carne, cabeza y las patas del animal, y el marlo de maíz, secada al sol y cocinada en ollas de barro. Siempre hay empanadas de distintos tamaños, que se llenan de ají y se sirven sin sal, porque así es la tradición. 

¿Y para tomar?

La chicha no puede faltar. También el yerbiao, que es una infusión que se hace con yerba mate, alcohol, aguardiente, azúcar y hierbas de la montaña como muña-muña, arcayuyo, poleo, ruda… una mezcla que tiene sabor y medicina. La chuya, que es una bebida hecha con maíz y quinua o quinoa molida en mortero, también es parte importante. Se la echa a los cuatro puntos cardinales, se la esparce en los cerros y los lugares por donde uno anduvo. Cada elemento tiene su significado y todos son parte de esa ofrenda que le hacemos a la Madre Tierra.

Nombraste los puntos cardinales, ¿qué papel juegan?

Cuando se hace el ritual, se les pide a los cuatro puntos cardinales. Es como reconocer que la tierra está en todas partes, que nos rodea y nos sostiene. Y siempre usamos el yoki, que es como una pulsera de lana de oveja con dos colores. También se puede poner en el tobillo. Es una protección para el cuerpo y para el alma.

Además de una costumbre, lo describís como un compromiso…

Sí. No es solo una tradición, es un compromiso que se asume. Cumplir con la Pachamama es devolver un poco de lo que recibimos. Es decirle “gracias” y también “acá estamos, seguimos creyendo en vos”. Solemos hacer también el sacrificio de llegar hasta el Abra Blanca, a más de 4.000 msnm, como parte de la ofrenda. Es un acto de fe, pero también de respeto.

¿La Pachamama convive con otras devociones tuyas?

Sí, claro. Yo tengo mucha fe y devoción a la Virgen del Valle. No lo veo como algo separado. Para mí todo se conecta: la fe, la tierra, la salud, el trabajo. La Pachamama es parte de esa cadena que sostiene la vida.

¿Por qué es importante mantener viva esta costumbre?

Porque nos recuerda de dónde venimos y quién nos da todo lo que tenemos. La Pachamama es raíz, es identidad. En la minería trabajamos con la tierra todos los días, y a veces uno se olvida de que hay que agradecer. Este ritual nos baja a la tierra, nos hace sentir humildes y conscientes de que sin ella no hay nada: ni minerales, ni trabajo, ni vida.

Si tuvieras que definir la Pachamama en una frase…

Es como agasajar a alguien que siempre está con nosotros. Es alegría, agradecimiento y esperanza, todo en un solo acto.

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