Licencia social: "El recurso más valioso de la minería del NOA hoy muestra fisuras"

Despidos, conflictos con comunidades y tensiones sindicales marcan el pulso de una industria que promete ser el motor económico de la región. Mantener la confianza social es hoy la clave para que los proyectos sigan en pie.

Salta30/07/2025 Por Joaco Díaz Cabral
DIAZ CABRAL
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La minería en el NOA atraviesa una etapa que exige reflexión y acción inmediata. Lo que hasta hace poco era visto como un sector en expansión ordenada, con reglas claras y proyección internacional, hoy muestra fisuras que ponen en riesgo su mayor capital: la licencia social. Sin ella, ningún proyecto, por más tecnología o inversión que tenga detrás, puede sostenerse en el tiempo. 

En los últimos días, dos hechos encendieron las alarmas. Por un lado, los despidos en el proyecto de litio Cauchari-Olaroz en Jujuy, donde alrededor de 80 trabajadores quedaron fuera como parte de una política de reducción de costos. Por otro, el conflicto que estalló en el departamento Los Andes, en Salta, por la contratación de empresas para operar en Tolar sin una trayectoria comprobada, según la gente del lugar y el gremio de los mineros. Este último episodio derivó en un enfrentamiento con la comunidad local y en un aviso contundente del sindicato AOMA: si no se transparentan las contrataciones y se prioriza la mano de obra local, habrá paro. 

Estos hechos no son aislados. Representan síntomas de una tensión creciente que amenaza con debilitar una de las fortalezas que Salta supo construir en los últimos años: un consenso social relativamente sólido en torno a la minería. Esa licencia social, que no es un documento ni un contrato formal, sino un acuerdo tácito entre empresas, Estado y comunidades, comienza a mostrar grietas. Y cuando eso sucede, el costo de repararlas es mucho mayor que el de sostenerlas desde el inicio. 

La minería no puede darse el lujo de subestimar este contexto. Si algo ha enseñado la experiencia internacional es que la falta de diálogo y transparencia en los procesos extractivos desemboca en conflictos que paralizan proyectos durante años, generan pérdidas millonarias y dañan irreversiblemente la relación con las comunidades. En el NOA, donde la minería es vista como el motor de la economía regional, cada decisión pesa doble: en la generación de empleo, en la distribución de beneficios y en la construcción de confianza. 

Mantener la licencia social requiere algo más que discursos. Se trata de demostrar, con hechos, que cada eslabón de la cadena minera es trazable y responde a criterios claros de responsabilidad social y ambiental. La contratación de empresas sin antecedentes, los despidos masivos sin explicaciones convincentes y la falta de canales de comunicación abiertos alimentan la desconfianza y abren la puerta a conflictos que podrían evitarse. 

El rol del Estado provincial y nacional es clave. No basta con atraer inversiones, también es necesario garantizar reglas claras, mecanismos de control efectivos y espacios de diálogo permanentes entre todos los actores. Las empresas, por su parte, deben entender que el vínculo con las comunidades no es un trámite, sino la base de su sostenibilidad. Y las comunidades tienen que ser vistas no solo como beneficiarias, sino como protagonistas activas de un desarrollo que debe ser compartido.

Salta y Jujuy están en un punto de inflexión. La promesa del litio y de la minería metalífera se mide también en la capacidad de construir un modelo donde la licencia social no sea un recurso agotable. El camino es claro y se asienta en un diálogo real, transparencia y trazabilidad en cada decisión. Perder la licencia social sería perder mucho más que un proyecto, sería comprometer el futuro de toda la industria en la región. 

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